martes, 1 de noviembre de 2011

20 de noviembre Día de la soberanía

¿Qué se conmemora el 20 de noviembre en Argentina? Es el día de la soberanía nacional. Fue instaurado en 1974 mediante la ley 20.770, si bien recién en 2010 fue hecho feriado mediante el decreto Decreto  1584/2010.

El Día de la Soberanía conmemora la Batalla de la Vuelta de Obligado, librado el 20 de noviembre de 1845. ¿Qué tiene que ver ese combate con la soberanía nacional? Veamos un poco su historia.

La armada anglo-francesa fuerza su paso a través de la Vuelta de Obligado

Lo que hoy es la república Argentina inició su historia cuando los españoles llegaron a estas tierras en 1516, tierras que no estaban vacías, pero no les importó mucho y las reclamaron como suyas. Poco menos de 400 años después, esas tierras eligieron no estar más bajo su tutela, y se independizaron, en lo que se llamó la Revolución de Mayo. Si bien se mantuvo una máscara, llamada la Máscara de Fernando VII, ya que se decía que el poder había vuelto al pueblo mientras el rey español siguiese cautivo de los franceses. Pero el 9 de julio de 1816 se terminó con eso, y se declaró oficialmente la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, casi la mitad de lo que hoy es Argentina.

Confederación Argentina Pero la Argentina como nación no existía todavía, ya que las provincias lucharon durante décadas por ver qué forma de gobierno las lideraría como un todo, y por ver quién tendría preeminencia sobre esa forma de gobierno. Así llegamos a 1845, en plena guerra civil. Faltaban varios años para que se promulgase la Constitución Nacional de 1853.

Pero ubiquémonos en 1845. Las provincias estaban desunidas y en lucha constante, pero así y todo mantenían una forma de confederación con Juan Manuel de Rosas, gobernando Buenos Aires, con la representación exterior del país. Lo que hoy es Uruguay, había formado parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero luego de la guerra que estas mantuvieron con Brasil se la proclamó una nación independiente. Pero como sus vecinas, pasó décadas y décadas de guerras civiles.

Para 1845 estaban en una de ellas, entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. El primero había perdido el control de Montevideo a manos del segundo, y acudió a Rosas para lograr recuperarlo. El gobernador de Buenos Aires le envió tropas y armamento y sitió la ciudad capital de Uruguay. El problema era que a Rivera lo ayudaba Brasil, por lo que se terminó reviviendo la reciente guerra entre las Provincias Unidas y Brasil.

Pero todo se complicó al meterse en el asunto Gran Bretaña y Francia, que vieron con malos ojos la intervención de Rosas en el asunto, ya que ellos apoyaban a Rivera, y si el candidato apoyado por Rosas prevalecía, perderían poder en el Río de la Plata.

Los británicos y franceses se proclamaron mediadores e intimaron a Rosas a que se retirase, a lo que el gobernador de Buenos Aires se negó. Así los ingleses y franceses atacaron a la escuadra naval porteña que sitiaba Montevideo.

Para que nos ubiquemos, estábamos en pleno auge de la navegación a vapor, mediante la cual los barcos ya no dependían de las corrientes o de los vientos, sino que podían subir un río contra la corriente, y con viento en contra sin problemas. Eso hizo que potencias como Gran Bretaña y Francia, quisiesen aumentar su poderío comercial en todo el mundo.

En este caso estaban teniendo problemas con el gobierno centralizado de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que para esa época se las conoce como Confederación Argentina. Si bien no tenía una cabeza de gobierno, las provincias habían dejado los asuntos exteriores en manos del gobernador de Buenos Aires: Rosas. Este no permitía la libre navegación de los ríos interiores, o sea que no dejaba que los navíos mercantes de británicos y franceses se moviesen como por su casa por los ríos que estaban dentro del territorio continental.

Ante la declaración de guerra de Gran Bretaña y Francia contra las Provincias Unidas, la Banda Oriental o Uruguay, dejó de tener protagonismo, ya que lo que más les importaba a esas potencias europeas era lograr el control sobre los ríos, para poder moverse sin tener que rendir cuentas a los gobiernos soberanos.

Cabe aclarar, que para estas potencias, lo que hoy es Argentina y Uruguay, no era más que una zona de guerras constantes en la cual hoy tenían a un personaje en el poder, y mañana a otro con ideas contrarias. Por lo que nunca estaban seguros de cómo eso afectaría a su comercio. Razón por la cual pretendía tener el mayor control posible, para no depender de las fluctuaciones políticas de la zona.

La Defensa de la Vuelta de Obligado

Así llegamos a la batalla naval que marcó a fuego lo que se conmemora en el 20 de noviembre: la defensa de la soberanía.

image Se sabía desde los tiempos de la guerra de la independencia que la mejor zona para defender los ríos interiores era la conocida como Vuelta de Obligado, en el río Paraná, al norte de la actual provincia de Buenos Aires. Allí el río tenía unos 700 metros de ancho, y un recodo pronunciado que dificultaba la navegación.

Allí vivían numerosas familias indígenas que fueron expulsadas para construir la defensa. Recayó en Lucio Norberto Mansilla (cuadro) el control de la invasión británica y francesa. Así en agosto de 1845 comenzó la construcción de baterías artilladas en la costa. 

No contento con eso, Mansilla hizo tender tres gruesas cadenas de costa a costa, sobre 24 lanchones para evitar que los británicos y franceses subiesen por el Paraná. También montó 4 baterías de artillería en la costa con 30 cañones. En las trincheras había unos 2000 hombres, la mayoría gauchos, y el segundo batalló den los Patricios.

La flota extranjera contaba con 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes. Nada menos que unos 418 cañones y más de 800 soldados.

11 de los buques extranjeros estaban navegando por el río Paraná. Eran de los más modernos, con motores a vapor y también con la posibilidad de navegación a vela. Algunos incluso estaban parcialmente blindados, con grandes piezas de artillería.

El combate se inició al amanecer del 20 de noviembre aguas abajo, cuando algunos lanchones fueron atacados por la flota anglofrancesa. La batalla duró casi todo el día. La superioridad tecnológica y numérica de los europeos prevaleció, pero sufrieron averías en casi todos sus buques principales, por lo que no pudieron avanzar mucho.

Si bien los europeos lograron la victoria, fue una victoria pírrica ya que no pudieron lograr lo que querían, la libre navegación de los ríos. Incluso lograron que todas las naciones de la región, incluso los más acérrimos enemigos de Rosas, se volcasen momentáneamente a favor de la causa anti europea. Por lo que terminó siendo una victoria diplomática de la Confederación Argentina.

Si bien no se obligó a los invasores a aceptar la soberanía de la Confederación sobre los ríos mediante la fuerza militar, sí se lo hizo por la resistencia del gobierno argentino a rendir su soberanía territorial. Mediante el Tratado Arana-Southern en 1847, finalmente los británicos retiraron su flota y reconocieron la soberanía de la Confederación. Francia lo hizo un año más tarde en el Tratado Arana-Lepredour.

sábado, 28 de mayo de 2011

20 de junio, Belgrano y la Bandera

El 20 de Junio se conmemora en Argentina el Día de la Bandera. Fue establecido por ley en 1938 por el Congreso de la Nación, por ley nacional Nº 12.361. Se eligió esa fecha porque era el aniversario de la muerte de Manuel Belgrano, quien falleció el 20 de junio de 1820, y quien fue el creador de la que hoy en día es la bandera nacional argentina.

image

Pero para comprender el origen de la bandera, hay que conocer un poco de los tiempos que se vivían en los territorios de la actual Argentina para 1812. Habían pasado dos años desde la Revolución de Mayo, pero todavía no se hablaba oficialmente de independencia. Se mantenía lo que se conoció como la Máscara de Fernando VII. El gobierno de la revolución mantenía que sólo había depuesto al virrey porque ya no era un representante del rey español, sino de los franceses que habían invadido España.

Pero en la práctica Buenos Aires y las provincias del antiguo Virreinato del Rio de la Plata que se habían plegado a la Revolución, estaban en guerra con las fuerzas españolas en América.

Justamente Manuel Belgrano, abogado de profesión, fue nombrado general por la Primera Junta en 1810, para que se ocupase de llevar la revolución a la Banda Oriental (hoy Uruguay) y a Paraguay.

Bandera del Ejército de los Andes Para febrero de 1812, se le confirió la orden a Belgrano de que construyese unas fortificaciones en el pueblo de Rosario, para defender la frontera del río Paraná ante una posible invasión portuguesa, ya que este reino estaba avanzando desde Brasil sobre lo que hoy es Uruguay, a la vez que se creía que una flotilla española subiría por el río para cortar las comunicaciones de los ejércitos del norte con Buenos Aires.

Así fue que el 13 de febrero de 1812 Belgrano le escribió al Triunvirato de Buenos Aires pidiéndole autorización para usar la escarapela como distintivo, ya que cada regimiento tenía uno distinto, y no quería que se confundiesen los colores con los del enemigo. Así logró que el gobierno porteño declarase por decreto el 18 de febrero que “la escarapela nacional de las provincias del Río de la Plata sería de color blanco y azul celeste”.

Belgrano se entusiasmó con la idea de que todas las tropas estuviesen unidas bajo un distintivo y unos colores que los identificasen con el ideal revolucionario que trataban de llevar adelante. Entonces le escribió al Triunvirato:

“Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos usado; pero ya que V.E. ha determinado la escarapela nacional con que nos distinguiremos de ellos y de todas las naciones, me aterevo a decir a V.E. que también se distinguieran aquellas y que en estas baterías no se viese tremolar sino las que V.E. designe. Abajo, excelentísimo señor, esas señales exteriores que para nada nos han servido, y con que parece aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud”.

Aquí Belgrano se refería a la máscara que mantenía el gobierno porteño pretendiendo gobernar en nombre del rey Fernando VII, prisionero de los franceses en Europa.

image El mismo día en que envió la carta, el 27 de febrero, Belgrano enarboló una bandera con los colores de la escarapela durante la inauguración de las fortificaciones. Inauguró así también la bandera que luego sería la que llevarían todos los ejércitos de la revolución, y la que nos identifica hoy como nación. Unos colores que también inspiraron a otras naciones de América, que los adoptaron en sus propias banderas.

Así informaba Belgrano de la unauguración de la bandera:

Excmo. Señor:
En este momento que son las 6 y 1/2 de la tarde se ha hecho la salva en la Batería de la Independencia, y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes, que se formas en todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño.
Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de V. E.
Dios guarde a V. E. Muchos años,
Rosario 27 deFebrero de 1812.

Manuel Belgrano

Poco tiempo después Belgrano partía hacia el norte, a hacerse cargo del frente de batalla del Alto Perú. Varias veces el gobierno de Buenos Aires lo reprendió por usar la bandera, y le pidió que la guardase hasta que el momento fuese el propicio. Se usó intermitentemente hasta que el Congreso de Tucumán la aprueba como bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Otros detalles

En un decreto presidencial de 1944, se especificó que la bandera oficial de la nación sería la aprobada en el Congreso de Tucumán, que paradójicamente estaba reunido en Buenos Aires, el 25 de febrero de 1818. Esta bandera era la que tenía el sol en el centro. El sol debía ser el de la moneda de oro de ocho escudos de la época, y en la bandera debía ser dorado. Pero en aquellos primeros tiempos de la independencia argentina el sol incaico se había elegido para la bandera de guerra. Actualmente no existe tal distinción, la bandera oficial es la del sol.

Antes, el 20 de julio de 1816, en el mismo congreso, sólo que esta vez sí estaban en Tucumán, se especificó que los colores serían el celeste y el blanco que había elegido Belgrano en febrero de 1812. Fue por iniciativa del diputado Juan José Paso.